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Rebecca Solnit: Feminismo de datos

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Uno de los problemas del feminismo es que su lenguaje está lleno de gestos que escapan al sexo opuesto, como el de llevar las llaves apretadas en un puño camino del portal o el de sonreír y asentir con la cabeza cuando un hombre te explica algo sobre un tema del que sabes mucho más que él. Este último protagoniza el famoso ensayo de la historiadora, activista y ensayista californiana Rebecca Solnit que da nombre a este libro, posiblemente el texto feminista más celebrado y comentado de los últimos diez años.

La ola de reconocimiento que generó Los hombres me explican cosas cuando se publicó por primera vez en 2008 fue tan grande que introdujo (aunque ella lo niegue) un nuevo verbo en el vocabulario anglosajón: mansplaining. Se usa para describir al hombre que explica algo a una mujer de manera injustificada, condescendiente y no solicitada, sin tener necesariamente mucha idea sobre lo que explica, pero asumiendo que ella lo ignora todo sobre el particular. Solnit decidió contarlo porque "las mujeres jóvenes necesitan saber que ese menosprecio no es el resultado de sus defectos o falta de conocimientos sino la vieja y aburrida guerra de género de siempre. 

En otro ejemplo menos hilarante, una profesora invitada a una universidad pregunta a los estudiantes jóvenes qué medidas tomaban ellos para evitar las violaciones. Ellas tienen mil respuestas, ellos ninguna, porque no han tenido nunca que pensar en ello. Estas son las estructuras que aquí hemos llamado Micromachismos, y que no son sutiles pero sí invisibles, incluso para quien las sufre.

Ser hombre como factor de riesgo

El otro problema del feminismo, que comparte con otras causas nobles como la lucha contra el racismo, el maltrato animal o el calentamiento global, es que la implicación emocional de los implicados conduce la discusión hacia parámetros éticos, empañando los datos empíricos con una carga emocional que confunde el resultado. Contra este problema, Solnit propone una lectura literal de los datos tal y como se nos presentan, buscándolos en contextos que no están vinculados a la violencia de género, sino a la violencia sin más.

Con esos datos en la mano, es difícil  no coincidir con la impactante conclusión de un estudio médico: "Ser hombre ha sido identificado, en varios estudios, como un factor de riesgo para el comportamiento criminal violento, igual que la exposición al tabaco antes del nacimiento, tener progenitores antisociales y el pertenecer a una familia pobre".

Los hombres cometen la mayor parte de los crímenes. "Las mujeres entre los 15 y los 40 años tienen más posibilidades de morir o ser lesionadas o desfiguradas debido a la violencia masculina que debido al cáncer, la malaria y los accidentes de tráfico juntos", dice en una cita el periodista Nicholas D. Kristoff. Pero este no es un libro contra los hombres sino contra la violencia machista. Si somos capaz de aceptar lo que dicen los números, argumenta Solnit, "tal vez seamos capaces de teorizar acerca de la procedencia de la violencia y sobre qué podemos hacer al respecto de la manera más efectiva".

De la misma manera, aborda conflictos que hemos identificado como culturales, generacionales o económicos, como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Para Solnit, la radicalidad del matrimonio homosexual consiste en transformar una relación tradicionalmente jerárquica en una igualitaria. Lo que rechaza la iglesia y el sector conservador de manera tan fehaciente no es el acto sino el contrato: un matrimonio donde no haya un hombre y una mujer debe necesariamente renegociar las leyes que establecen que, citando al derecho estadounidense, "la misma esencia o existencia legal de la mujer se suspende durante el matrimonio, o al menos es incorporada y consolidada a la del marido". Un matrimonio entre iguales es una granada lanzada al corazón mismo de la desigualdad.

Locas, malas y mentirosas

El genio de Solnit, cuya prolífica carrera incluye libros tan deliciosos como Wanderlust. Una historia del caminar, consiste en hacernos mirar lo que ya hemos visto y verlo de otra manera. "Siento que formo parte de una nueva fase de la revolución feminista para restablecer la dignidad, la integridad corporal, la autonomía y la plena participación de las mujeres en la vida pública", decía en una entrevista reciente. Su ensayo sobre Virginia Woolf es un tratado sobre la empatía, la emoción contra la que luchamos cuando no queremos ayudar ni entender a los demás. Allí discute con Susan Sontag sobre la importancia de mirar, y sobre el valor de continuar mirando, cuando somos testigos de atrocidades. "Porque las atrocidades no tienen un fin y de alguna manera debemos trabajar con ellas".

En El síndrome de Casandra, habla de cómo las mujeres que ponen en cuestión a un hombre suelen oír "que deliran, que están confusas, que son manipuladoras, maliciosas, conspiradoras, congénitamente mentirosas". Todas esas locas maliciosas saldrán de su lectura transformadas en activistas de su propia causa. En los dos últimos ensayos de este libro imprescindible encontrarán las herramientas.


El videoclip de reggaeton que ha indignado a la Red por su mensaje machista

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"Estoy enamorado de 4 babys. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero..." Este es el estribillo que el reggaetonero Maluma, junto a otros tres compañeros más, ha popularizado con su canción Cuatro babys. El tema no ha pasado desapercibido: además de llevar más de 180 millones de reproducciones en YouTube, también ha sido denunciada en Internet.

"La canción y el videoclip Cuatro Babys del cantante Maluma es absolutamente denigrante para el género femenino". Así empieza la petición de Laura Pérez Sánchez, que solicita la retirada del videoclip porque "tanto la letra como las imágenes hacen apología a la violencia directa hacia las mujeres, las cuales son descritas como meros cuerpos sin valor, intercambiables y absolutamente disponibles al servicio del deseo sexual ilimitado de los autores".

Más de 570 firmas piden a la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial y a la Comisión Fiscalizadora de Espectáculos Públicos que Cuatro Babys sea eliminado. En la letra, Maluma continúa "describiendo" a sus cuatro mujeres: "La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera. La segunda tiene la funda y me paga pa' que se lo hunda. La tercera me quita el estrés, polvos corridos siempre echamos tres. A la cuarta de una le bajo la luna pero ella quiere con Maluma y conmigo a la vez".

Laura Pérez Sánchez continúa explicando en la petición que "la figura de la mujer aparece representada como un ente sin valor, ni poder de decisión, que únicamente existe para complacer las necesidades físicas de un grupo de viriles muchachotes con dinero". El videoclip fue subido a YouTube el pasado 14 de octubre, pero no ha sido hasta esta última semana que ha alcanzado notoriedad por el contenido machista de la letra. "Ellas no eligen, son elegidas única y exclusivamente por sus virtudes sexuales", sentencia la autora de la petición.

Carrie Fisher, la princesa galáctica que desafió a 'Star Wars'

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Carrie Fisher, la actriz que dio vida a la princesa Leia (llamada después Generala Organa) es, posiblemente, la intérprete que más ha dado que hablar de la historia de Star Wars. Fue la única que se pasó por el forro las reglas de secretismo que atañen a todo el equipo galáctico cuando reveló alegremente en la revista Palm Beach Illustrated que iba a participar en la nueva entrega, El despertar de la fuerza (2015). Hasta llegó a filtrar en un tuit (que borró poco después) el traje que vistió. Durante aquella promoción también confesó, disgustada, que Disney la había obligado a adelgazar 15 kilos para el rodaje.

La relación entre la actual dueña de la mítica franquicia y Leia ha hecho correr ríos de tinta durante décadas. En mayo de 2014 hubo un pequeño escándalo: la productora no pensaba vender merchandising de la (entonces) Generala, ignorando a su personaje. Una decisión que, ante la oleada de quejas, la empresa corrigió más tarde. Un error que acompañó a las críticas históricas a la saga por hipersexualizar su personaje, a las que muchas veces se unió la voz de Fisher. En una conversación con Daisy Ridley, otra de las protagonistas femeninas de la actual Star Wars, la actriz fue clara con ella: “Lucha por tu outfit. No te conviertas en una esclava como yo”.

En esa misma línea se pronunció contra aquellos que no eran capaces de entender que, treinta años después, su aspecto no fuese igual que en las primeras películas. "Mi cuerpo es sólo el recipiente de mi cerebro", les espetó a las puertas de un 2016 que también se la ha llevado a ella.

Mucho más que un bikini

A Fisher, quizá, nunca le gustó demasiado ser una princesa. Nacida en 1956 en Los Ángeles, era hija del cantante Eddie Fisher y la actriz Debbie Reynolds (y no de Joan Crawford, como asegura la extraña leyenda urbana que dice que es la autora de Queridísima mamá). Su padre rompió la relación con su madre cuando ella tenía solo 3 años por su mejor amiga, Elizabeth Taylor. Sólo tenía 21 cuando dejó de ser “la hija de Debbie” para convertirse en la Princesa Leia. Un papel que la marcó para siempre. Con un peinado y un bikini, pasó a ser un icono cinematográfico y sexual para toda una generación. Hoy muchos le recordarán con ese atuendo que ella, en realidad, siempre odió. “Por qué no le cuenta a su hija que el personaje lleva esa ropa no porque ella lo escogiera, sino porque la obligaron a llevarla", dijo sobre él. Porque Fisher fue mucho más.

Después de aquel despunte llegó una historia demasiado conocida en Hollywood: una carrera que nunca acabó de despegar, adicciones varias y desengaños sentimentales. También aprendió a convivir con un trastorno bipolar, diagnosticado a los 24 "y que no aceptó hasta los 28", confesaba el noviembre pasado en The Guardian. Lejos de ocultarlo, decía, lo veía como "una oportunidad para ser un buen ejemplo para otros y compartir el problema".

Pero también escribió y publicó con gran éxito varias obras con tintes autobiográficos. La última de ellas, publicada en abril de este año, The Princess Diarist ('La princesa diarista'), basada en los diarios que escribió cuando rodaba la primera entrega de Star Wars en 1977. 

A los 59 años, metida en una industria donde la profesional más valorada es una Jennifer Lawrence de 25, Fisher volvió a ser una de las protagonistas de la superproducción entre las superproducciones (junto a otras estrellas jóvenes, eso sí). Todavía hubo tiempo para que la Princesa se reconvirtiera en Generala y para que su historia de amor con Han Solo, un Harrison Ford que hoy supera los 70, viviera una segunda parte. También para rodar un episodio VIII al que, a buen seguro, le acompañará su fuerza.

El año que aprendimos sobre feminismo leyendo las vidas de mujeres fuertes y sabias

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Decía Gloria Steinem en Revolución desde dentro, su manual sobre la autoestima, que había sido precisamente escuchar y hablar con otras mujeres, a veces mayores y más sabias que ella, lo que le había salvado en numerosas ocasiones. Steinem ha publicado en España en 2016 Mi vida en la carretera, joya del feminismo interseccional injustamente olvidada en muchas de las listas de balance del año.

Kate Bolick, la otra estadounidense que llegó para rompernos los esquemas (y para hacernos leer orgullosas en el metro un libro en cuya portada pone Solterona), encontró en la escritura de "biografías de muertas" una de las maneras con las que construir la vida propia, y también el hilo con el que narrárnosla. Angelika Schrobsdorff, fallecida en 2016, eligió contar la vida de su madre para reconstruir el pasado colectivo e individual.

Ellas han sido tres de los adalides de una suerte de 'boom' de vidas de mujeres extraordinarias de las que hemos podido empaparnos estos últimos meses.  La autobiografía, ese género a veces considerado algo narcisista, se ha revelado paradójicamente como una gran herramienta para lograr empoderarse sin mirarse el ombligo. 

En la librería madrileña Mujeres y Compañía no quieren llamarlo exactamente 'boom'. Sus responsables, especializadas en literatura feminista, opinan que hablar de modas en este caso es "frivolizar el trabajo tanto de estas escritoras, como de editoras, libreras y lectoras inquisitivas". Proponen cambiar el término por "trabajo de visibilización y reivindicación".

"En el ámbito del cómic y novela gráfica, por ejemplo, siempre ha sido habitual este tipo de publicaciones de autoras que cuentan experiencias vitales". Muchas veces sobre violencias y abusos, destacan, como ocurre en Una entre muchas. Describen el género, o el fenómeno (lo que ustedes prefieran), como "una forma de compartir y hacer política partiendo de sí misma (algo profundamente feminista, y que encuentras en casi todos los formatos de creación literaria)".

"El hecho de que el canon patriarcal rescate a determinadas escritoras no es casualidad, pero sí significa una oportunidad de descubrir autoras invisibilizadas durante siglos", inciden.

No durante siglos pero sí durante décadas en el caso de Lucia Berlin. Alfaguara ha rescatado desde los lejanos 60 su Manual para mujeres de la limpieza, "la narración de la propia vida, tomada sin modificar apenas la realidad". También ocurrió con Katharine Graham y su historia personal,  "la mujer más poderosa del mundo" según el diario del que fue editora, The Washington Post. Premio Pulitzer en 1998, nos llegó ahora de la mano de Libros del KO. Y, esta vez sí, tuvieron que pasar cien años desde su nacimiento para poder apreciar la historia familiar de Natalia Ginzburg, editada en Lumen.

El poder de contar tu relato

Hemos tenido ejemplos patrios. Carmen G. de la Cueva tiene apenas 31 años pero con su debut, Mamá, quiero ser feminista ya se ha adentrado en el género. "Escribir sobre tu memoria es una forma de tomar el control de tu vida", reflexiona. "Históricamente, el poder fue declarado como no femenino y las mujeres se han visto desprovistas de textos, de modelos, que les podrían servir de ejemplos. El poder depende de la capacidad de ocupar un lugar en todo tipo de discursos y que ese lugar cuente para algo", continúa.

"Escribir autobiografía es una forma de articular una autoconciencia acerca de la identidad de la mujer como hecho cultural y como proceso de construcción social", continúa De la Cueva. "Las mujeres que han decidido contar su vida, las mujeres que acceden a puestos de poder son criticadas con frecuencia, son juzgadas y cuestionadas. Una piensa que esto es cosa del siglo XVIII o del XIX hasta que se sienta a escribir y se dispone a publicar".

"Es muy necesario leer, hacer genealogía, dar con ejemplos de escritoras que en su momento fueron tildadas de chillonas y rabiosas y traerlas como ejemplo para tomar el control de nuestra escritura presente y el control del poder en los espacios públicos. La lectura es una herramienta de empoderamiento feminista", subraya. "Lo que yo quería era romper el silencio, hablar de algunos tabúes y vergüenzas, tomar el control de mi vida contándome a mí misma a través de la historia de otras muchas mujeres que vinieron antes que yo", expresa sobre su libro.

Otro debut del año que nos ha dejado, Partir, de Lucía Baskaran, también tenía tintes autobiográficos. En su caso, lo ha presentado desde otro ángulo que ha copado el año, la autoficción, esa barrera entre lo real e irreal que a veces cuesta distinguir. "Como lectora, casi siempre he conectado más con las historias narradas en primera persona. Al escribir, veía que la cosa fluía más cuando escribía en primera persona aunque no fuesen experiencias propias, así que decidí tirar por ahí", dice la autora.

"No creo que la propia experiencia sea la manera más evidente de 'aportar algo', pero sí que pienso que la singularidad de la experiencia individual es un lugar desde donde enunciar experiencias colectivas", piensa Baskaran. "Mientras escribía Partir no pensaba en si estaba 'contando mi vida', para mí era una especie de gimnasia", continúa.

¿Y hay algo de 'autoayuda' en querer leer este tipo de novelas? "Creo que normalmente consumimos ficción para tratar de entendernos mejor, para no sentirnos solos. En la autoayuda y la terapia se parte de la premisa de que hay un problema, algo que no va bien. La ficción creo que tiene más que ver con nuestra necesidad de sentirnos parte de una comunidad", reflexiona la escritora donostiarra.

2017, Gloria o Françoise

No sólo gracias al formato de autobiografía más o menos novelada sobrevivimos un poco mejor al 2016. Con Mala Feminista hemos aprendido a no culparnos o cómo ser amigas de otras mujeres. Con Rebecca Solnit aceptamos que a veces podemos y debemos callar a los hombres (y unas cuantas cosas más). Marta Sanz nos ayudó a entender mejor a nuestras madres (las de los millenials) con el registro testimonial de una generación que es Éramos mujeres jóvenes. Alba Editorial nos regaló los imprescindibles diarios de Sylvia Plath con un precioso envoltorio. Y también reconocimos (ya era hora) a algunas de las Sinsombrero.

2017 comienza con una biografía de Gloria Fuertes editada por Blackie Books y con las memorias de Françoise Hardy a cargo de Expediciones polares. Pero quizá la tendencia no deba continuar, sino que debe dejar de serlo. Desde la librería Mujeres y Compañía piden un deseo tantas veces repetido: "Que, desde los suplementos y plataformas literarias, deje de hablarse de excepcionalidad y se hable de autoras con la misma soltura que se habla de autores".  

Ninguna candidata a mejor película en los Globos de Oro 2017 ha sido dirigida o escrita por una mujer

Hitler y vaginoplastias: llega el feminismo divertido de Bridget Christie

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Como en todo buen chiste, la cosa empezó con un pedo.

Así narra la historia la humorista británica Bridget Christie: allá por 2012, tras una irregular carrera haciendo monólogos de humor, Christie se adentró en una librería buscando la Biblia, el Corán y la Torá. Al no encontrar los ejemplares, se decidió por libros feministas. A saber, Vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstonecraft, Una habitación propia, de Virginia Woolf y She-Wolves, de la historiadora Helen Castor. Tampoco los tenían, pero el librero de mediana edad se ofreció a acompañar a la humorista a la sección de feminismos y ayudarla a elegir un ejemplar adecuado. Y allí, se tiró un pedo.

Inmediatamente, Christie supo que tenía la metáfora perfecta: ¿en qué nos hemos convertido cuando el feminismo es el espacio dónde la gente va a tirarse pedos? ¿Tan solas estamos? ¿Tan poco atractivo es? Y Christie lo vio claro. Había que contarlo como una historia divertida. Y lo más importante de todo: simplemente había que contarlo.

Christie no era nueva en esto del feminismo. De hecho, llevaba una década malviviendo con stand ups sobre domesticidad con dosis de surrealismo y muchísima ironía. Pero fue en ese momento cuando la humorista tomó el caso como una revelación mística. Había sobrevivido como cómica de personajes, pero entonces se lanzó a la batalla. Divertidas situaciones del día a día, exageraciones varias para derribar mitos absurdos e incluso un alargado chiste sobre las hormigas como colectivo... ¿feminista?. Todo se convirtió en parte de su siguiente show.

Y Bridget Christie estalló de éxito. En cuanto cambió su estilo, se convirtió en la actuación más deseada del nutrido circuito profesional británico. Su show A Bic for Her, basado en la tasa rosa que se aplica como táctica de marketing a las mujeres que compran productos más caros por el simple hecho de estar comercializados para ellas, fue un éxito en 2014. El libro Un libro para ellas,  que ahora publica Anagrama y está basado en ese show, es su progresión natural.

A caballo entre un monólogo cómico y su autobiografía, Un libro para ellas llega para molestar. No porque sea especialmente escabroso o polémico, sino porque se le presuponen de antemano varios problemas. Uno de ellos es que no tiene nada que ver con lo académico. Christie nos relata su biografía desde el punto de vista de una cómica y deja de lado cualquier tono didáctico que tenga que ver con las olas del movimiento feminista. Por ello habrá quien tratará el libro de frívolo e insustancial, pese a la comicidad y el evidente talento con el que está escrito.

El síndrome de la impostora

Probablemente desde otros foros, se le acusará, a ella o a sus editores, de seguir la estela del bestseller de Caitlin Moran, Cómo ser mujer. El libro feminista 2.0 se ha convertido en un nicho de mercado y solo puede quedar uno. La burbuja editorial -o así se ha denominado en algún espacio de crítica literaria- con respecto a los libros escritos por mujeres con perspectiva de género le dará a Christie, con toda seguridad, el título de 'La segundona de Caitlin Moran'.

Por tanto, Christie queda en una especie de tierra de nadie: no formará parte de la biblioteca de análisis académico y aparece en España como heredera natural de una obra que no le pertenece, le sea ajena o no.

Ante todo esto, la humorista tiene dos grandes bazas: la hipérbole y el trabajo previo. Así, Christie no pretende establecer un manual de feminismo para usuarias confundidas, o definir en qué consiste la práctica feminista y en qué no, sino hacer reír. Y como en eso tiene experiencia, por el libro desfilan los bolis rosas, las vaginoplastias y Hitler (nombrado siete veces ¡solo en el prólogo!) con el mismo desparpajo con el que cuenta su infancia católica rodeada de nueve hermanos.

Porque ese es el otro fuerte de Christie: conoce las mecánicas del humor, y ninguna funciona como la exageración. Por eso la autora desgrana una desopilante competición con la joven premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai ("está muy bien que hayas arriesgado tu vida por la libertad y la democracia enfrentándote a terroristas armados, pero yo hice un show en Hull en el verano de 2013 dónde no había lavabos"), o arremete contra Charles Darwin por su 'postureo' ("sus acciones eran feministas, pero sus cartas no, seguro que era una estrategia para hacerse el machote con los amigos en el bar"). Ante todo, Christie es humorista y explota con inteligencia sus armas.

De entre las risas, un destello hace comprender que no es oro todo lo que reluce: una y otra vez, Christie se contempla a sí misma desde afuera, habiendo acabado el libro y su siguiente show. E imagina las terribles críticas de los medios: "Qué horror, qué vergüenza. Le llevó a Christie diez años encontrar su voz y solamente uno perderla" (The Guardian); "Bridget Christie, flor de un día, se repite con otro show sobre sexismo" (The Times). El famoso síndrome de la impostora que se da entre las mujeres de éxito no le es ajeno, y la afilada cuchilla de la crítica mucho menos.

Quizás es ahí dónde Bridget Christie se revela más sincera y combativa. Cuando no lo pretende. 

Pásate estas nueve casillas para moverte como una experta en 'Ellas Crean'

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"Me siento sola y una, como una sola luna, por ser igual a todas las mujeres y no parecerme a ninguna", escribía Gloria Fuertes en su poema Me siento abierta a todo. Estos versos encajan como un guante en la filosofía del festival Ellas Crean, que hoy llega a la capital en su decimotercera edición.

Cada una de las protagonistas es única en su forma de hacer arte, en su identidad racial y en su época, pero todas tienen algo en común: el compromiso por presentar a las mujeres en la cultura, reivindicar su papel de autoras y renegar del lastre de las musas.

La poeta madrileña abrirá el telón rosa este lunes rodeada de homenaje, pero será la primera de muchas. Durante más de un mes, del 1 de marzo al 7 de abril, habrá arte para todos los gustos y eventos dispuestos con orden y concierto para no perderse nada. Nosotros hemos hecho una selección de nueve para agendas apretadas. Hay músicas que han cruzado el Atlántico, obras teatrales que no se cortan ni con el ISIS y grandes figuras literarias del pasado.

El secretario de Igualdad recordó en la presentación que "la mujer ha estado siempre en la vida cultural y artística a lo largo de la Historia, pero no siempre ha podido hacerlo público". Y, como bien señaló Mario Garcés, ya que "el arte nos permite hacernos visibles", este festival mantiene su vigencia mientras aún existan voces encerradas en el baúl de nuestra memoria. 

Homenaje a Gloria Fuertes:

Mucho más que la poeta de los niños, Fuertes se escudó en la literatura infantil para escribir del dolor sin desnudarse y, de paso, combatir el analfabetismo de los más pequeños. Sus poemas fueron las primeras lecturas de muchos jóvenes que, tras el franquismo, la quisieron rescatar en su versión para adultos.

Esos versos donde la escritora se definía a sí misma, su sexualidad y su desconsuelo con franqueza. Las dos Glorias se recuperan ahora en el centenario de su nacimiento. Ellas Crean se servirá de ambas facetas para dibujar una línea cronológica dividida en autobiografías, guerras, amor y poesía social. La presentación desembocará en dos obras emblemáticas: Glorierías (para que os enteréis) y Pecábamos como ángeles, reeditadas ahora por Torremozas.

Documental sobre María Moliner:

Moliner es una de esas figuras que no recibe suficientes homenajes por todos los años que ha permanecido en el ostracismo. La bibliotecaria y lexicógrafa elaboró durante quince años el Diccionario del Uso del Español, más claro y sencillo que el DRAE, que más tarde se bautizó con su nombre de pila.

Para celebrar los 50 años de su publicación, la Zarzuela programó una ópera que la puso de nuevo en el mapa. Ahora, en Ellas Crean, la cineasta Vicky Calavia presenta su documental María Moliner. Tendiendo palabras, donde recorre sus facetas menos conocidas. Además de organizar por familias de palabras e ilustrar con ejemplos su diccionario, fue clave en la labor educativa y formativa de los bibliotecarios rurales. Moliner estaba convencida de que la educación era el motor de regeneración del pueblo y en esa línea trabajó durante toda su vida.

Obra Ecos:

La compañía Pasionarte, capitaneada por la directora Alexandra Fierro, se estrena en Ellas Crean con la valiente obra de teatro ganadora en el Festival Fringe de Edimburgo 2015. Ecos se representará el jueves día 2 a las 19:30 en el teatro Conde Duque, por 10 euros la entrada. 

El argumento no deja indiferente. Dos mujeres británicas. Una de ellas es una estudiante brillante, islamista, perteneciente al ISIS; la otra, una joven victoriana en las colonias del Imperio británico. Pese a estar separadas por 175 años, las dos se sienten atrapadas con sus maridos violentos, intentan luchar por hacer lo correcto hasta llegar a sufrir por ello y son conscientes de su condición de mujer, aunque no pueden hacer la vista gorda ante las terribles injusticias de su época.

Introducción a la poesía china con Li-Qingzhao:

En un año en el que la brillante película La doncella nos acercó a la literatura erótica japonesa ero-guro, Ellas Crean hacen lo propio con otro tipo de escritura asiática. La poesía china encuentra uno de sus exponentes máximos en la figura de Li-Qingzhao, una aristócrata nacida en el periodo de la dinastía Song. 

Alcanzó su maestría con el poema del género ci, que significa literalmente "canción y palabras", y su obra fue recogida en español por la sinóloga Pilar González España. Ella será quien dirija el recital en español y en chino, acompañado por la música en directo de la arpista Li Lizhen. 

Sands of silence, documental sobre la explotación sexual:

La periodista y cineasta Chelo Álvarez-Stehle recorrió durante quince años los márgenes invisibles de Asia y América Latina, donde miles de mujeres desaparecen dentro del mercado de la trata. En su película, Sands of silence, la reportera se mete en la piel de Virginia Isaías, que escapó de una red de prostitución en la frontera de México con su bebé de seis meses en los brazos. El documental ha recogido premios por el festival de Málaga, Los Ángeles o Malibú.

El sábado, el público de Ellas Crean podrá asistir también a un coloquio con la directora y la propia Isaías, convertida en una de las líderes mundiales contra la explotación sexual. 

Mesa de debate:

CIMA, MAV y Clásicas y Modernas son tres asociaciones que están trabajando muy duro por fomentar el papel de la mujer en la cultura española. Estas plataformas, lideradas por mujeres, realizan actividades en el campo del cine, las artes visuales y la literatura donde se pone de manifiesto la brutal desigualdad de nuestra sociedad a pesar de las cifras, que indican que un 58% de las tituladas en carreras de letras son mujeres. En la mesa redonda de Conde Duque, las tres responsables debatirán sobre la situación y posibles medidas para solventarla.

La generación femenina del 27:

Todos reconocemos a Luis Cernuda, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre o Pedro Salinas como pertenecientes a la generación del 27. Pero quizá no ubiquemos a Ernestina Champourcin, Carmen Conde o Josefina de la Torre entre sus homólogos masculinos. Todas ellas fueron escritoras y poetas con las que los intelectuales de la época tuvieron amistad y se influyeron en largas charlas de licores y cigarrillos. Las obras de ellos se han revisitado y estudiado hasta la saciedad; las de ellas permanecen en el olvido.

Para ayudar a su rescate, la Hemeroteca Municipal de Madrid ha seleccionado varias publicaciones donde las del 27 dejaron su impronta. Protagonizaron portadas de revistas literarias, escribieron los artículos de primera plana y donde tuvieron un nombre y un sombrero. Esta exposición podrá verse en el vestíbulo de Conde Duque durante todo el festival Ellas Crean, hasta el 7 de abril.   

Concierto de Hindi Zahra:

Hindi Zahra cuece las notas como un tajín asa verduras. Nació hace 31 años en Jurigba, un pueblecito de Marruecos a 200 kilómetros de la capital, y desde entonces no ha parado de mezclar, poner y quitar. En su cabeza suenan Ella Fitgerald, Maria Callas, Om Kalsoum o Nina Simone y, mientras tanto, la califican como la Patti Smith magrebí. 

Su estilo favorito es el jazz, pero también se mueve entre muchas otras cosas. Para su primer disco, Hand made (2010), Zahra alquiló un piso en París durante tres meses. Cuando dio a luz el álbum, la crítica y el público se lo agradeció con premios, nominaciones y galardones por decenas. El año pasado publicó su segundo disco, Homeland, y la reacción de la prensa especializada se duplicó. Ahora, por 30 euros la entrada, podemos disfrutar de su camaleónica voz en el teatro Barceló de Madrid.

Concierto de Sophie Auster:

El plato fuerte de nuestro tablero está reservado para ella. Hija del escritor Paul Auster y la novelista, ensayista y poeta Siri Hustvedt, Sophie ha triunfado con apenas 30 años en un ámbito distinto de al de sus progenitores. Sin embargo, la literatura le viene en la sangre y en la formación, lo que se deja notar en sus profundas letras.

Auster es amante de Walt Whitman y Emily Dickinson y dice liberar todas sus "mierdas" interiores a través de la música, aunque también ha probado el papel. El entorno de Sophie Auster es leyenda viva de muchos que ya no están, como el gran amigo de su padre Lou Reed. Ahora la traslada hasta el escenario del auditorio Conde Duque, donde podremos escuchar temas de Sophie Auster, Red Weather, Dogs and Men y su último álbum, Next Time.

Los cinco ejes de Kosmopolis 2017

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La fiesta de la literatura amplificada que se celebra cada dos años en el CCCB de Barcelona ha evolucionado. Hace diez años solo quería "abordar el concepto literatura de una forma amplia". El lema del este año en Kosmopolis es "cuando todo cambia": el cambio climático, el cambio de la idea de Europa, el cambio en el sector del libro, el cambio en el feminismo.

Pero sobre todo, el cambio en nuestra manera de entender el mundo, un lugar del pensamiento que sigue ordenado según la taxonomía linneana -mundo animal, mundo vegetal y nosotros- y que la ciencia, la necesidad y la ruina medioambiental nos obliga a reconsiderar.

Estos son los cinco ejes de la nueva edición del festival, que tendrá lugar en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, del 22 al 26 de marzo. 

El cambio climático

"Es el principal cambio contra el que vamos a tener que luchar -explica Juan Insua, director de Kosmopolis, a eldiario.es. -Y la única manera de solucionarlo es un cambio en nosotros, un cambio de sensibilidad". Considera Insua que ese cambio se tiene que producir desde el punto de vista filosófico y ontológico, abandonando la idea de que somos la medida de todas las cosas. Por eso abre el festival Timothy Morton con una conferencia que habla del tiempo geológico, el tiempo del universo y aquellos con los que compartimos un nivel de conciencia que negamos de manera violentas desde el renacimiento y a través de la ilustración. 

Morton es conocido por su Dark Ecology -ecología oscura-, un movimiento posthumanista que pretende romper el techo de cristal antropocéntrico de nuestra manera de entender el mundo. Porque nos limita, "un poco como si todo lo humano estuviera detrás de la pantalla de nuestro ordenador". Por ejemplo, considera que la Naturaleza es un concepto artificial diseñado y comisariado por los humanos y que, como herramienta, "no es directamente relevante para hablar de ecología". Su blog, Ecología sin naturaleza, está lleno de herramientas para una nueva interpretación de la realidad, del tiempo del mundo.

La otra estrella de esta línea es Kim Stanley Robinson. Rey de la ciencia ficción climática, heredero del Ballard de El mundo sumergido y La sequía, lo más interesante de su obra es que consigue hablar del cambio climático sin caer en lo distópico. Le acompaña en diálogo Ian Watson, el ilustre escritor británico que desde hace un lustro reside en Gijón.

Todo este hilo servirá como aperitivo para Después del fin del mundo, la próxima gran exposición del CCCB que analizará el impacto de la intervención humana sobre el planeta y examina cómo será el mundo en la segunda mitad del siglo XXI, un futuro caracterizado por la renuncia, la falta de recursos y un nuevo orden mundial.

La inteligencia no humana

"El segundo nivel de conciencia es que compartimos la vida con plantas y animales -explica Insua-. Siempre hemos considerado a las plantas un elemento estático, una premisa que los últimos años de la ciencia han venido a desmentir". El neurobiólogo italiano Stefano Mancuso trae algunas de las pruebas: la planta tiene unos 15 sentidos, que utiliza para luchar, para aparearse, para evolucionar y sobrevivir. La botánica Hope Jahren, una estrella mediática cuyo libro La memoria de las hojas ha sido comparado con los ensayos de Oliver Sacks en neurología y los de Stephen Jay Gould en paleontología, trae más.

"Escucharla es dejar de considerar el mundo vegetal como una fuente de alimentos y medicinas y empezar a entenderlo como un mundo complejo que compite y compensa al nuestro", dice Insua. Dentro del pensamiento animalista, el ecologista Carl Safina viene a explicar la cercanía que hay entre la inteligencia humana y la animal -una cercanía de grado, no de clase- y cuya comprensión es parte del cambio que necesitamos emprender para sobrevivir como especie a lo que viene a continuación.

Las mujeres

Esta 17 edición de Kosmopolis se ocupa también de otra especie cuya inteligencia ha sido históricamente despreciada: la femenina."El otro gran vector es todo lo que tiene que ver con este renacimiento de nuevos tipos de feminismo", apunta el director. Dentro del programa Constelaciones femeninas se tratarán las "maternidades subversivas", donde hablarán mujeres que rechazan la normalización de su experiencia, como la activista queer María Llopis y la socióloga Orna Donath, autora del escandaloso Madres arrepentidas.

La veterana Lynne Segal, por su parte, hablará del "escándalo de envejecer" y la hostilidad con la que se experimenta la madurez femenina, un estado de exclusión que empieza desde el interior. Entre los locales, la escritora Brigitte Vasallo, autora de PornoBurka.Desventuras del Raval y otras f(r)icciones contemporáneas.


Werner Herzog 

"Herzog entra porque en todas sus películas hay una relación con la naturaleza que tiene una herencia romántica, de Fitzcarraldo a los últimos documentales como la Antártica (Encounters at the End of the World) o los volcanes (Into the Inferno)", dice Insua. Lo cierto es que su famoso discurso nihilista sobre la Amazonia es tan hilarante como aterrador.

El título de su conferencia es perfectamente herzogiano: Éxtasis y terror en la mente de Dios. El cineasta llega de Cuba, donde está impartiendo un curso y se rumorea que su próximo documental es precisamente sobre el cambio. Su partner in crime, Paul Holdengräber, dirige el programa de entrevistas Live de The New York Public Library, por el que han pasado gran parte de la aristocracia literaria norteamericana y el propio Herzog una docena de veces. 

PJ Harvey

La diva británica pondrá punto y final a la cita, el próximo domingo 26 de marzo, a las 19:30. Como era de esperar, las entradas se agotaron nada más salir. No es un concierto, es un recital. Harvey presenta por primera vez en España los poemas de su libro El hueco de la mano, aunque nos sopla Insua que "nos ha dado una seleccion de lo que leerá y hay nuevos poemas".

El libro, editado en España por Sexto Piso, es un trabajo con el fotógrafo y cineasta Seamus Murphy, con el que ha colaborado mucho en su último disco. Juntos viajan a Kosovo, Afganistan y Washington DC para componer este diario a cuatro manos y tres ojos donde abundan los retratos.

La única explicación de esta extraña constelación de ciudades es que son lugares que fascinan a la cantante. Como es natural, todos los poemas podrían ser una canción de PJ Harvey. De hecho, en su lengua original casi todas se pueden cantar con la música de Let England shake


The Abandoned Village
por PJ Harvey

I thought I saw a young girl
between two pock-marked walls.

I looked for her in the white house
that crumbled mud from its falling roof.

On a nail in the kitchen
a threadbare apron.

The husk of a corn doll
hung from the ceiling.

I asked the doll what it had seen
I asked the doll what it had seen

I looked for the girl upstairs. Found
a comb, dried flowers, a ball of red wool

unravelling. A plum tree grew through the window,
on the window ledge a photograph

in black and white, but her mouth is missing,
perished and flaked to a white nothing.

I asked the tree what it had seen
I asked the tree what it had seen


Mujeres cineastas proponen cuotas en las subvenciones para conseguir la paridad

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En Cataluña, más de la mitad de los estudiantes de Comunicación Audiovisual son mujeres. La cifra oscila entre el 74,40% de la Universidad Pompeu Fabra y el 52,28% de la Universidad Blanquerna. Incluso en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Catalunya (ESCAC), de orientación más técnica, el porcentaje de matriculadas se ha estabilizado alrededor del 40%. En cambio, la realidad laboral en el sector es muy diferente. Según datos extraídos de los Premios Gaudí 2017, el porcentaje de mujeres solo supera el 25% en la tarea de dirección artística.

"Hay más presencia femenina en los estudios vinculados al audiovisual, pero después hay que atravesar un puente para llegar a la industria. Y este puente es difícil de atravesar. De ahí la necesidad de actuar", afirma Anna Petrus. Esta cortometrajista y docente habla en representación de la rama catalana de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales), en proceso de convertirse en delegación oficial de la organización estatal.

La primavera pasada, un grupo de cineastas comenzó a mantener conversaciones con perspectiva de género sobre la realidad del sector, plantando la semilla de lo que se ha convertido en CIMA Catalunya. Los informes que manejaban eran demoledores y ratificaban sus sensaciones sobre una desigualdad estructural, por motivos de sexo, en el acceso a puestos de responsabilidad. Sabían que el Instituto Catalán de Empresas Culturales (ICEC) iba a negociar su Plan Estratégico del Audiovisual 2017-2020, que marcará las políticas institucionales de los próximos años. "La directora Carla Subirana fue la que promovió intentar que el Plan incluyese medidas compensatorias para incidir en la situación que vivimos", revela Petrus.

Medidas a múltiples niveles

Tras analizar la realidad estadística del sector, tanto en su vertiente formativa como en la laboral, CIMA Catalunya estudió diversas políticas de acción, como las que ha impulsado el Instituto de Cine de Suecia. Como revela Petrus, el modelo sueco ha sido inspirador "porque es el único país que ha conseguido la paridad en el sector".

El resultado ha sido un plan de acción que contempla un sistema de cuotas para asegurar una presencia mínima de proyectos liderados por mujeres en el reparto de ayudas públicas otorgadas por el ICEC. Este sistema ha recibido la adhesión de diecinueve entidades, tanto centros formativos (las cinco universidades catalanas donde se imparte el grado en Comunicación Audiovisual) como asociaciones profesionales (Academia de Cine Catalán, Colegio de Profesionales de Audiovisuales de Cataluña, Colegio de Directores, Asociación de Actores y Directores Profesionales de Cataluña...). Según Petrus, eso significa el apoyo "de la práctica totalidad del sector. Y las instituciones al final lo que hacen es escuchar al sector".

En paralelo, el plan contempla toda una serie de medidas y proyectos destinados a visibilizar la tarea de las profesionales, a ofrecerles herramientas para navegar en una industria actualmente masculinizada y a monitorizar los posibles avances o retrocesos en materia de igualdad.

CIMA Catalunya apuesta por la creación de un directorio de mujeres cineastas (en una primera etapa, centrado en directoras, guionistas, productoras, montadoras y directoras de fotografía) inspirado en iniciativas ya existentes como Nordic Women in Film y la estadounidense The Director List. También demanda la creación de viveros para proyectos y de programas de mentoring, en la linea de iniciativas impulsadas por las instituciones suecas o por el Instituto de Cine Americano, que mantiene talleres prácticos y programas educativos.

También se contempla la búsqueda de acuerdos con festivales cinematográficos, centros culturales y otros canales o espacios de difusión, para que contribuyan a la hacer visible la tarea de las profesionales. En el aspecto de la visibilización, o no-invisibilización, algunos medios de comunicación también tendrían que afrontar sus propias responsabilidades. En la última ceremonia de los Premios Gaudí, el realizador Isaki Lacuesta criticó que ciertas coberturas de La próxima piel sólo le citaban a él como autor, a pesar de que la obra estaba firmada por dos directores: Isa Campo y el mismo Lacuesta.

Cuotas contra los techos de cristal

La medida más llamativa propuesta por CIMA Catalunya sería la introducción de cuotas en los programas de ayudas públicas al audiovisual. Algunas autonomías y el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICCA) han introducido un sistema que bonifica la participación de mujeres en los puestos clave de un proyecto, para facilitar que se cumpla la Ley de Paridad. A nivel nacional, el ministerio de Cultura da puntos a la presencia de mujeres en la película. Así, según se recoge en el BOE del 23 de diciembre de 2015:

Que la autoría del guión o la labor de dirección de la película sea íntegramente femenina: 5 puntos. En los supuestos de coparticipación masculina en la dirección y el guion, la puntuación será la proporcional a la cantidad de mujeres directoras y guionistas, para lo cual se baremará por separado la participación femenina en cada uno de los conceptos, y se sumará la puntuación obtenida, hasta el límite de 5 puntos.

"No hemos detectado que estas bonificaciones hayan tenido un impacto significativo. Creemos que necesitamos un sistema de cuotas para que haya un cambio de mentalidad del sector, para que se empiece a pensar en femenino. Y, en paralelo, trabajar un cambio profundo de la sociedad. Hay que operar en ese doble nivel: el resto de políticas han de acompañar, porque sino la cuota no tendrá éxito", afirma Petrus.

La propuesta de CIMA se basa en el concepto de "proyecto liderado por mujeres". Para conseguir esta denominación, un filme tendría que conseguir como mínimo 1,5 puntos de un máximo de 3,5. Una dirección exclusivamente femenina (sea personal o compartida entre varias cineastas) sería suficiente para entrar en esta categoría. Una escritura o producción a cargo de mujeres (valorada cada una de ellas con 1 punto), en cambio, no lo sería. Se ha valorado el impacto específico de las tarea de dirección en la mirada que proyecta una película.

Estas cuotas serían de implantación progresiva. Un 25% de los proyectos subvencionados por el ICEC deberían ser liderados por mujeres en 2017; el porcentaje se iría incrementando anualmente en cinco puntos, hasta alcanzar el 40% en 2020. 

A preguntas de este diario, el ICEC afirma la igualdad entre sexos es "un tema sensible y en el que se está trabajando". La definición del Plan Estratégico del Audiovisual se explica como una tarea de consenso con los profesionales ("todos los criterios de valoración que recogen las bases de las diferentes ayudas son negociados con el conjunto del sector, a través de los representantes de las diferentes asociaciones") todavía por culminar. Desde la institución sí avanzan que el Plan abordará la igualdad de oportunidades entre sexos: "Aunque las lineas de subvención del año 2017 no están aún definidas del todo, la voluntad es poder incluir iniciativas pro igualdad".

"A un hombre siempre le resulta castrador dar autoridad a una mujer"

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La primera vez que veo a Siri Hustvedt está enmarcada en un portal. Sentada en plena calle, posa con la madurez de los escritores de éxito que son a su vez respetados por crítica y público. La fotógrafa dispara y la escena adquiere un tono simbólico: miro a Siri Hustvedt mirada por una cámara. Las mujeres que miran a las mujeres, pienso, un trasunto de su último libro, La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres (Seix Barral), donde desgrana una serie de ensayos que mezclan sus disciplinas favoritas, arte, ciencia y análisis literario.

La carrera de Hustvedt se despliega especialmente desde 2003. Pese a haber escrito y estudiado diversas disciplinas desde hace más de treinta años, fue con la novela Todo cuanto amé cuando llamó la atención del gran público. Desde entonces, el sempiterno título de 'mujer de Paul Auster' dejó de rondarle con tanta frecuencia, especialmente tras la publicación de Elegía para un americano y El verano sin hombres, en los que amor, desamor y los tránsitos de la enfermedad mental la hicieron mundialmente conocida.

Ahora, el regreso de Hustvedt se muestra como un complemento de sus intereses: habla con el mismo entusiasmo y humor sobre migrañas, modelos computacionales y feminismo, todos elementos presentes en su último libro, que presenta en plena vorágine editorial del Día del Libro.

Su último libro es extraño puesto que no es confesional, pero sí tiene algo muy personal. Por ejemplo, el psicoanálisis se pone en valor después de mucha desvalorización por parte de la ciencia.

Soy de un grupo de neuropsicoanálisis desde hace diecisiete años. Una de las premisas es que muchas de las tesis de Freud han sido confirmadas por la neurociencia. Él estudió neurología, era científico, escribió un libro maravilloso sobre la afasia. Creo que se trata de una unión interesantísima. Hay psicoanalistas hostiles a la idea de una unión con la neurociencia, mientras que los neurocientíficos suelen ser más abiertos porque han sido declarados los jefes de la cultura. Se pueden permitir ser benevolentes con los psicoanalistas, que han sido marginados y tienen una posición mucho más difícil.

Usted lo usa varias veces a lo largo del libro para hablar de su propio análisis y cómo le ayuda a escribir.

Se trata de una respuesta poética, pero también analítica a mi propio psicoanálisis que fui adaptando con distintos grupos terapéuticos cuando me pedían que diera conferencias. Pese a que había leído y estudiado psicoanálisis desde la adolescencia, especialmente a Winnicott, lo que me fascinó fue que cuando realicé mi análisis, mi conocimiento previo no fue significativo ni útil. Y no entiendo por qué ese proceso, que es una forma de diálogo, ha sido una gran liberación en mi vida. ¡No entiendo por qué! Pero es así [ríe].

Podría ser porque le obliga a verse desde otro lugar, desde otra perspectiva, que es exactamente lo que hace usted al examinar algunas obras de arte en el libro.

Es verdad. La imaginación es un vehículo para habitar al otro, pero también para habitar otras formas de conocimiento. Puede tratarse de otra disciplina, pero también de otra persona.

El ensayo que da título al libro trata una obra de Picasso, Mujer que llora, y sirve para explorar cómo las mujeres son vistas en el arte y cómo se crean y centran los discursos alrededor de su percepción. ¿Sabía usted que la última exposición sobre Picasso en Madrid le interpreta como feminista?

Me parece una locura que alguien considere feminista a Picasso. No sé cómo pueden decir eso. He leído muchísimos libros sobre Picasso, la biografía de John Richardson y varios otros. Que no sea feminista no devalúa en nada su obra, y se puede admirar igualmente.

Picasso, para mí, siempre ha sido un innovador estilístico, pero sus sujetos son siempre muy tradicionales, muy clásicos, aunque luego los deconstruyera. Lo comenté con un especialista en Picasso: para él, las mujeres eran objetos sexuales y simbólicos. La subjetividad femenina aparece a veces, por ejemplo, con algún retrato de su esposa, donde se ve que le interesa su vida interior. Pero ¿Picasso feminista? ¡Es absurdo!

La exposición comisariada por Anne Wagner habla de que las mujeres se usan en su obra como armas.

Ah, lo pillo. La pintura se "resignifica", como dicen ahora. Y las mujeres en la guerra también son vistas como víctimas. Tampoco me parece una posición feminista, qué quieres que te diga [ríe].

Su libro también trata a los hombres que no dejan hablar a las mujeres: usted describe un caso muy concreto durante un panel en una universidad. No dejaron hablar a una mujer, aunque de manera sutil. Pero no le dejaron hablar.

Sí, ¡aquella fue una situación terrible! Eramos tres mujeres en un grupo de 15 personas. Fue extraordinario ver como sucedía. En ese seminario, a mis 62 años yo era la más joven. Y estos hombres simplemente no veían lo que le estaban haciendo a esa persona. No le dejaban hablar.

¿Qué le parecen los libros que se están escribiendo alrededor de esta temática, como Los hombres me explican cosas, de Rebecca Solnit?

Yo tengo una posición mucho más teórica, pero Solnit tiene razón. En mi ensayo sobre Karl Ove Knausgard lo interpreto como un problema de emasculación. Como los hombres se valoran de acuerdo al valor que les otorgan otros hombres. Las mujeres pueden ser ignoradas, incluso aquellas que no son especialmente tímidas. He estado en muchísimas conferencias en las que las mujeres son tímidas y no insisten en sus argumentos. Pero esta persona sí lo hacía y no le dejaban existir.

Su descripción de la situación provocaba furia al leerla.

Lo sé, pero el humor es un buen arma. O te lo tomas como algo absurdo o te enfadas. Por supuesto, cuando lo ves sientes muchísima rabia, pero puedes elegir como tratarlo [ríe].

El ensayo sobre Karl Ove Knausgard es extremo, resume como las mujeres son invisibles en literatura porque se consideran un nicho y no suponen competencia para un autor como él.

Yo no creo que Knausgard piense que las mujeres no sepan escribir. Creo que cuando le entrevisté me dijo algo que muchos hombres en literatura sienten: que compiten con otros hombres y que las mujeres, aunque sean brillantes, no son parte del juego. Ese es un problema enorme y suele ser verdad. No se trata de un ataque, quiero entender por qué pasa.

Por ejemplo, cuando un hombre quiere que le firme el libro inmediatamente dice que es para su mujer y que él no lee ficción. A un hombre siempre le resulta castrador dar autoridad a una mujer, es una cuestión de autoría.

De la misma manera, usted alude a un estudio de Goodreads que incide en como los hombres no leen a mujeres y que por tanto siempre son categorizadas como "literatura femenina".

Eso es muy común. Las artes se consideran espacios femeninos y la ciencia masculina. Me suele pasar que los hombres leen mi no ficción y las mujeres mis novelas. Soy un sujeto escindido [ríe].

Además, cuando las mujeres crean personajes, inmediatamente son percibidas como el personaje de sus novelas. Toda novela escrita como mujer se percibe como autobiográfica.

Cuando no escribes literatura confesional, creen que sí lo haces. Siempre pasa, ¡aunque te lo hayas inventado todo! Cuando escribí El verano sin hombres todo el mundo incluidos mis amigos pensaron que estaba sufriendo una crisis matrimonial. ¡Y no era así! ¡Simplemente me lo inventé! En cambio, cuando un hombre escribe una y otra vez la misma historia, y es siempre autobiográfica y estupenda, se les lee de otra manera.

Me resulta extrañísimo que se reduzca todo a la autobiografía. Mi conclusión es que el hecho de que la mujer tenga imaginación es siempre problemático.

Su ensayo sobre el porno y Susan Sontag activa la idea de lo radical. Algunas feministas son muy contrarias al porno.

No soy una gran consumidora, como explico en el texto. Lo que no entiendo es que la gente lo considere aburrido o que no les excite. Me sorprende muchísimo, a menos que hablen de algo violento, que sí queda fuera de mi espectro erótico. Pero si se trata del debate feminista, soy de las defensoras de la pornografía, evidentemente siempre que se trate de adultos que la realizan de forma consentida.

Su libro tiene algo de gabinete de curiosidades decimonónico, con un montón de compartimentos que dialogan. A usted le obsesiona la pregunta de por qué no se comunican arte y ciencia. ¿Es el conocimiento demasiado estanco en la actualidad?

El diálogo ha aumentado porque ciertas disciplinas han asumido que necesitan aire, y que ese aire puede venir de otras disciplinas. En las humanidades se han adoptado algunas ideas científicas para los estudios literarios, con mayor o menor éxito. Hay algo de diálogo y charlas interdisciplinares pero son pocas. Yo puedo permitirme el lujo de leer sobre muchísimas cosas porque no tengo que ocuparme de escribir trabajos académicos para mantener mi posición en una universidad, pero es muy poco común.

Usted habla de como la especificidad de internet tiene algo que ver con eso.

La gente sabe más y más sobre menos y menos cosas. Y el conocimiento compartido es prácticamente inexistente. En algunos espacios puedes citar argumentos filosóficos muy importantes y nadie sabe de qué estás hablando.

En el ensayo Historia de los peinados realiza una labor antropológica: el pelo se usa como marca de género, pero también como un espacio psicoanalizable de sus propias fábulas y relatos.

Sí, está en el centro de todo. Al fin y al cabo "trenzar" es una metáfora muy antigua para el verbo narrar. La rueca en la mitología noruega se relaciona con narrar. La historia de Rapunzel me fascina. Es maternal, trata sobre el amor de una madre, que más adelante se sustituye: hay una madre original y una sustituta, algo clásico de las fábulas.

He leído que también le obsesiona Goya.

Sí, no puedo parar de mirar sus cuadros.

Y encontró una cara en uno de ellos, Los fusilamientos del Dos de Mayo.

Sí, los historiadores del arte no están muy contentos con eso. Me pasó también con un cuadro de Vermeer, encontré un pequeño huevo que nadie había visto en La muchacha del collar de perlas, lo que le daba un nuevo significado como pintura de anunciación. Ahora se la considera como tal, pero nadie me reconoció el mérito.

¿No?

Sé que publiqué sobre eso antes que nadie, pero ya se sabe como son los amantes de las jurisdicciones [ríe].

El lenguaje como herramienta sexista (y la hecatombre que profetizan algunos si se cambia)

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La lengua española tiene sexo y es masculino. Se alinea con una visión del mundo que parte del hombre, y no del ser humano, como centro. Y esa cosmovisión se materializa en diccionarios y manuales de uso. Esta es la tesis de la filóloga y ensayista Yadira Calvo, que en su nuevo libro, De mujeres, palabras y alfileres aborda "el patriarcado en el lenguaje", como indica el subtítulo del volumen.

Calvo, que ya trató los fundamentos machistas de la cultura occidental en La aritmética del patriarcadousa unas formas similares a las de su anterior ensayo: capítulos de lectura ágil, prosa abierta a la ironía y abundancia de citas que exponen las miserias de algunos discursos dominantes.

La naturaleza del lenguaje como instrumento de un grupo de poder (sexista, étnico, colonial) y como reflejo de este recorre el libro. También lo hace su capacidad de contribuir a la perpetuación de estereotipos. Al criticar el uso del género masculino para englobar a hombres y mujeres, Calvo afirma que sexo y género gramatical sí tienen relación. Para ello, cita estudios que evidencian que las personas tienden a asociar términos diferentes a una misma realidad, dependiendo del género gramatical de la palabra que la designa.

"La palabra llave tiene género masculino en alemán y femenino en castellano. Cuando en experimentos las personas tuvieron que describirla, quienes hablaban alemán empleaban con más frecuencia palabras como «duro», «pesado», «serrado», «metal», «útil». Quienes hablaban castellano empleaban términos como «dorada», «intrincada», «pequeña», «bonita», «brillante» y «minúscula»", explica la autora.

Calvo cita más experimentos que sugieren que el lenguaje tiene capacidad de influencia en acciones concretas de los individuos. Por ejemplo, describe un estudio de la Universidad de Nueva York: los participantes eran expuestos a palabras con connotaciones más agresivas (fastidiar, molestar o intromisión, entre otras) o más apacibles (respeto, educado, cortés...). Después se les emplazaba a dirigirse a uno de los responsables, que charlaba con otra persona, para medir su reacción. Las personas expuestas a las palabras más agresivas tendían a tardar menos tiempo en interrumpir la conversación.

Por una lengua "que cuente otra historia"

En De mujeres, palabras y alfileres se afirma que el lenguaje refuerza la visión del hombre como referente del ser humano, e ideas sexistas como la identificación de masculinidad con fortaleza y feminidad con debilidad. No debe sorprender, por tanto, que su autora reclame cambios como el emprendido por la Academia Sueca, que ha recogido en el diccionario un pronombre personal neutro.

Calvo aboga por una lengua dinámica que se adapte al presente. Describe que el diccionario remite todavía a épocas previas a la normalización del trabajo asalariado desempeñado por mujeres. E incorpora acepciones y asimetrías (como la diferencia entre hombre público y mujer pública) con ecos misóginos.

Ante este deseo de modificaciones, de "una lengua que nos permita armar nuevos pensamientos y contar otra historia", Calvo señala que existe una "policía de la lengua". En diversas páginas del volumen aparecen comentarios de escritores como Arturo Pérez-Reverte, Javier Marías o Juan Manuel de Prada que ridiculizan las críticas o propuestas feministas.

Las voces de Pérez-Reverte y compañía optan por zanjar un debate o negar la posibilidad de este en aras de unas convenciones que se describen como inmutables. Si estas se modificasen, se produciría el caos y la incomprensión entre hablantes. Estos autores responden con desprecio a lo que consideran "chillidos histéricos" procedentes de "plastas" y "hembristas". En opinión de Calvo, se trata de un inmovilismo ideológico que se disfraza de posicionamiento objetivo y técnico. Pérez-Reverte y Marías son, además, miembros de la Real Academia Española. La institución nombró a su primera miembro numeraria hace solo 39 años.

Las normas de un club históricamente masculino

La RAE es un árbitro principal en el uso de la lengua española. Durante sus 165  primeros años de existencia, la institución sólo admitió a una mujer como académica honoraria, en un extraño caso de precocidad y probable favoritismo entre aristócratas. La ausencia perdurable de mujeres en la Academia, un club masculino hasta fechas recientes, difícilmente favorece que sus miembros consideren el androcentrismo lingüístico como un problema contra el cual intervenir.

Calvo dedica algunas de las páginas más sangrantes de su ensayo a la discriminación de autoras como Emilia Pardo Bazán o Blanca de los Ríos, eternas candidatas que murieron sin entrar en la RAE. Clarín calificó la aspiración de Pardo Bazán, un debate recurrente en la escena literaria española de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, como "la lucha del histerismo y del cretinismo". Juan Valera escribió que "la Academia se convertiría en aquelarre" si abría la puerta a las mujeres.

Ya en el siglo XX, siguieron las escenas de discriminación sexista, a veces con chanzas públicas sobre la distracción que supondría para los miembros de la RAE tener compañeras femeninas. O sobre el prejuicio que la vida académica podría suponer a una mujer todavía por casar. En algunas ocasiones, se produjeron situaciones rocambolescas: el obispo Leopoldo Eijo y Garay propuso a Blanca de los Ríos como candidata al premio Nobel de Literatura, mientras se negaba a avalar su ingreso en la Academia y el de cualquier otra candidata: "Las únicas faldas que entrarán son las mías", afirmó.

El sexismo no quedó enterrado con la incorporación de la primera académica numeraria, Carmen Conde, hace 39 años. Calvo recuerda que, ya en 1996, Fernando Lázaro Carreter afirmó que "jamás hubo actitud discriminatoria" contra las mujeres, a pesar de las amplias evidencias en forma de textos públicos o correspondencia de antiguos miembros.

En fechas recientes, la institución ha evidenciado su oposición a la búsqueda de un lenguaje menos sexista. A través de un informe sobre la materia (firmado por el académico Ignacio Bosque), se erigió en un imprevisto defensor del lenguaje real por encima del "lenguaje oficial". Si se cumpliesen las recomendaciones de las guías de lenguaje inclusivo, "no se podría hablar", afirmó Bosque.

'El cuento de la criada' es fascinante, feminista y aterradoramente plausible

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Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.

El sexo de las estatuillas: ¿por qué solo los actores separan sus premios por género?

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Imaginemos por un momento que mañana dividen el Premio Nobel por género. Obras, investigaciones y grandes avances científicos serían destacados por partida doble, unos capitaneados por hombres y otros por mujeres.

Así se garantizaría un tardío equilibrio en el galardón más prestigioso del planeta, que ha reconocido la labor de 47 mujeres frente a los 815 hombres premiados. ¿Sería la solución?

Los premios de la MTV Movie & TV Awards no lo creen así. De hecho, en la última gala han optado por eliminar las categorías de Mejor actriz y Mejor actor para aunarlas en una sola de Mejor interpretación. Emma Watson estrenó orgullosa el primer premio "libre de género" por su papel en La bella y la bestia y reconoció su bol de palomitas rojo como un triunfo para el feminismo.

"El primer premio a la interpretación en la historia que no separa nominados según sus sexos dice algo de cómo percibimos la experiencia humana", dijo una de las caras más reconocidas en la lucha de la igualdad de género en Hollywood. "Pero para mí, indica que la actuación es sobre la habilidad de ponerte en los zapatos de otro. Y eso no es necesario separarlo en dos categorías diferentes. La empatía y la habilidad para usar tu imaginación no deberían tener límites", continuó emocionada.

Watson suscribía las palabras de la columnista de The New York Times Kim Elsesser, que en 2010 afirmó que la separación "simplemente insulta a las mujeres, porque sugiere que ellas no saldrían victoriosas si la categoría fuese conjunta". En su artículo Y el Oscar de género neutral es para..., la experta en igualdad establecía una parábola como ejemplo de lo nociva que puede ser esta duplicación en la lucha feminista. "Imaginemos que la Academia presentase premios distintos para actores blancos y negros. A todas luces serían tachados de intolerantes y desfasados", escribió hace siete años. 

Así ocurre en otras categorías cinematográficas como la dirección o el guión. Claro que en ellas, como en los Nobel, el premio Cervantes, los Priztker e incluso los Grammy, las mujeres son siempre el peso ligero en la balanza. El hecho de que la categoría neutra acepte a profesionales de ambos sexos no significa que tengan las mismas oportunidades. Pero también es cierto que separar los premios en Mejor actriz y Mejor actor solo maquilla una desigualdad enquistada en la industria del cine

Nadie imaginaba que este debate fuese capaz de dividir así a la opinión pública. Los premios, en cuanto a escaparate del gremio para lucir su trabajo, ofertan su mejor mercancía en primera fila para facilitar el trabajo a los productores. O al menos la que les interesa vender. Por eso, perder un hueco seguro en el palmarés no es plato de buen gusto para los actores ni para las actrices.

"Es arriesgado porque nos enfrentamos a desaparecer, como desaparecemos de los guiones", opina Berta Ojea, actriz y secretaria de Igualdad de la Unión de Actores. El sindicato comprende la relevancia que tienen los premios para los intérpretes, sobre todo para las actrices, que se encuentran en una trinchera continua para demostrar la valía de su trabajo.

"Las cuotas para que las mujeres estén más representadas son necesarias. Pero en seguida nos dicen que favorece a la mediocridad, y eso no es cierto", dije Ojea. Para la portavoz, eso provoca que la sociedad reciba un espejo distorsionado de su vida cotidiana. Mientras que en la realidad hay tantas mujeres como hombres, en las ficciones ellas desaparecen casi siempre a la sombra de un héroe masculino.

"Apenas existen personajes de mujeres con una vida profesional, independencia o algo que decir en el libreto. Se reduce a ser la enamorada del protagonista", se lamenta la actriz.

Por esto último, la Unión de Actores no cree que la segregación de premios incida aún más en los estereotipos, en contra de uno de los argumentos esgrimidos a favor del género neutro. "Ayuda a perpetuar el estereotipo de que las diferencias entre hombres y mujeres son tan grandes que los dos sexos no pueden ser evaluados con igualdad en sus profesiones", escribía Elsesser en su columna de The New York Times.

El otro motivo que señalan los antiseparatistas es el de la concepción binaria del género per se. Este año, con la preselección de Kelly Mantle en los Oscar en ambas categorías, Mejor actriz y Mejor actor, el debate alcanzó un nuevo grado de complejidad. También enlazó directamente con los próximos premios Emmy, donde la serie Billions suena muy fuerte y su protagonista, Asia Kate Dillon, no se siente identificada con ningún género. "¿Cómo no cuestionar esta concepción binaria en un mundo en plena revolución sobre la concepción del género?", se preguntaron en Vanity Fair

Berta Ojea responde que "siempre hay que escuchar las peticiones de todos los colectivos, pero las mujeres no somos un colectivo, somos más de la mitad de la población". La actriz considera que comparar la lucha racial o LGTBI con la representación femenina es un error, porque "las mujeres (de cualquier raza u orientación sexual) somos la parte que falta para que los ciudadanos se sientan representados en el audiovisual". 

Antes que la MTV fue Aragón

No hace falta cruzar el Atlántico y meterse entre las bambalinas de la MTV para encontrar unos premios que usan el género neutro. La Academia de Cine de Aragón hizo lo mismo en su última edición de los premios Simón. La ganadora a Mejor interpretación fue la actriz Laura Contreras. "Intentamos minimizar el número de premios y pensamos que se entendía de una forma un poco sexista", explica José Ángel Guimerá, vicepresidente de la Academia aragonesa.

"Si se plantea desde el punto de vista de la igualdad, estamos valorando la interpretación como tal", explica en defensa de la decisión. Los premios Simón partían de un escenario paritario en el que la mitad de las nominadas eran mujeres. Pero esa no es la norma y, según creen los separatistas, tampoco animaría a los altos cargos del sector a cambiar la situación para las mujeres.

¿Qué pasa entonces con las directoras, las guionistas o las productoras? ¿No sería injusto para ellas? Por ejemplo, el 81% de las candidatas a mejor película de los Goya han sido dirigidas y escritas exclusivamente por hombres. Dividir el talento también en estas categorías supondría un trampolín para muchas cineastas y guionistas que están invisibilizadas en la industria. Pero el responsable de la Academia aragonesa lo considera "un disparate".

"Las galas serían eternas si empezamos a separar todos los premios entre hombres y mujeres, tendrían que durar hasta dos días", reflexiona Guimerá. Según él, habría que aplicar la discriminación positiva desde la raíz, no al final del proceso. "No me parecen tan importante los premios como los puestos de responsabilidad, es ahí donde se demuestra que vivimos en un mundo machista", argumenta.

Una forma de analizar la industria radicalmente opuesta a la de Berta Ojea. Según ella, los premios y lo que aparece en la pantalla es "donde se asoma el trabajo". La opción neutra que se plantea la secretaria de Igualdad es un premio especial que valorase ficciones "que no estén sesgadas por los patrones sociales", como la discriminación por edad, la sexualización de las mujeres o la diferencia salarial entre actrices y actores. Entonces sí que aceptaría un premio a la interpretación "libre de género".

Quizá, con el cebo de un jugoso galardón, las productoras se animasen a financiar películas comprometidas con la igualdad y faltas de estereotipos. Una quimera que se debe gestar desde la médula del sistema, como coinciden tanto en la Unión de actores como en la Academia aragonesa. Ahí es donde tienen el poder y el dinero para crear un campo de juego igualitario, en el que, con suerte, las discusiones sobre el género de los premios no tendrían cabida. 

Manifiesto para las chicas listas

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Qué vergüenza, ¿no? Un manifiesto. Así, a lo loco. En realidad, no tanto. En realidad, esto es un cúmulo de apuntes que resumen, sin teorización alguna, lo que a mí me hubiera gustado oír cuando empecé a pensar acerca del lugar que ocupamos en el mundo. El resultado de conversaciones, discusiones y charlas con mujeres que se dieron el Golpe en la Cabeza e intentaron luchar contra la sensación de sentirse impostoras, las injusticias constantes y absurdas en la intimidad y en el trabajo, la apremiante y terrorífica imposición mediática de lo que teníamos que ser y en realidad no somos.

Así que no, no es un manual de instrucciones, no son consejos, sino más bien unos principios básicos que pueden servir de ayuda y a los que llegué solo gracias a la ayuda de mujeres brillantes.


1.
El feminismo es variado, ¿y qué?

Uuuuh, las feministas se pelean todo el día entre sí. Uuuuh, esa es una abolicionista y la otra es radical. Uuuuh, esa es anarcofeminista.

Nada le gustaría más al sistema que nos rodea que, como en La vida de Brian, la película de Monty Python, los diferentes grupúsculos que componen la lucha feminista acabaran enfrentados hasta la implosión por puro desgaste. Ja. Sigue soñando, chaval.

El mayor mito sobre el feminismo es que su extremada pureza hace que sea inaplicable a gran escala. Y lo cierto es que es una falacia como la copa de un pino: hay corrientes diferentes, posturas variadas e incluso enfrentadas, pero la realidad demuestra que están de acuerdo en lo esencial. Y eso es ampliar los derechos de las mujeres, recortar sus desigualdades y que vivamos en una sociedad más justa.

El feminismo, o más bien, los feminismos han logrado a base de lucha y presión todos los derechos que disfrutamos las mujeres hoy en día. TODOS. Si eso no es una razón para hacerte feminista, ya me dirás. ¡Viva!


2.
Si te hace sentir bien, es bueno para ti. Ya sea un bocadillo o una persona

¿Fácil, eh? Pues así es. Evidentemente, tiene su letra pequeña. Que te haga sentir bien sin que después te sientas fatal. Que te haga sentir bien como te hace sentir un buen concierto, una ducha en el infierno, conspirar contra los malos, ese tipo de cosas.

El truco es la falta de comparación: a las mujeres nos han enseñado a tener que cumplir una imagen aspiracional imposible, y esa imagen se nos repite constantemente. Ya sea como un anuncio de perfume francés o un montaje musical de películas románticas —¿alguien ha follado alguna vez como se folla en las
películas?—, cumplir el ideal es imposible.

Por eso, independientemente de las contradicciones, independientemente del hecho moral que haya detrás, hay cosas que te hacen sentir bien. Practícalas.

Un día puede que incluso se conviertan en algo que te salve la vida.


3.
Jamás vayas hacia el lugar donde la música se pone tétrica (a menos que lleves un hacha en la mano)

Hablando de vivir: ¿a que mola? O, al menos, ¿a que mola una gran parte del tiempo? Sin ningún tipo de fármaco en el cuerpo puedo afirmar que vivir es mejor que cualquiera de las otras opciones posibles. Es por eso que doy el único consejo que se me ocurre después de ver muchas pelis: si eres un personaje de ficción, no sigas avanzando en el bosque a oscuras.

¿Oyes cómo los violines son cada vez más tensos y rápidos?

¿Y no se te ha ocurrido que pueda ser porque en esa cabaña solitaria, en esa escalera que cruje, en ese rincón de la fábrica deshabitada PASA ALGO MALO? Esto se lo digo únicamente a personajes de ficción, y ¿sabes por qué? Porque alguien ordena sus movimientos. Es decir: hay un/a director/a, un/a guionista, una actriz. En el mundo real no. Porque en el mundo real una mujer no debería tener miedo volviendo a casa sola por la noche, en un bosque, en un pasillo que no termina nunca. Porque una mujer no es un objeto, porque una mujer no es un personaje, porque una mujer es un ser humano.


4.
Si te hace sentir mal, gorda o fea, no es bueno para ti. Ya sea un bocadillo o una persona

O un jefe. O el amor. O la depilación integral. La idea del amor que hace sufrir, de que la letra con sangre entra, la del sacrificio constante para llegar a la realización, es tan solo una manera muy sencilla de justificar el sometimiento. Por supuesto, no me refiero a que la vida sea un baile de hedonismo y martinis—o no, al menos, fuera de mis sueños—. La rutina existe, como existen el tedio, el esfuerzo y las acelgas. Pero hay algo que se nos inculca, ya no necesariamente desde la familia, sino desde todas y cada una de las narrativas que tenemos alrededor: el amor duele si es de verdad. Si no duermes, no comes y sobre todo no SUFRES por amor, no has estado enamorada.

Analicémoslo como se merece: ¿realmente debemos sufrir para amar? ¿Qué chorrada es esa? No me refiero a tener nervios por las ganas de ver a la persona amada, no. Los mitos del amor romántico: Cleopatra y Marco Antonio, Cumbres borrascosas, Duelo al sol..., todas son parejas alzadas al cielo del amor destructivo y por tanto poderoso que hace que cualquier otro amor palidezca a su lado.

Pero... ¿realmente es así? Cathy y Heathcliff acaban fatal de lo suyo, y Gregory Peck le da una patada LITERALMENTE a Jennifer Jones antes de confesar que sí, que la ama profundamente. Angelito. Ninguna historia de amor que realmente triunfe parte de la anulación de la otra persona, de socavar la intimidad del otro, de normalizar el conflicto. Si te monta un pollo cada vez que puede, no te quiere. Como poco, solo se está haciendo el guion de su propia película.


5.
La belleza dejará de ser tu principal currículum tarde o temprano (a menos que salgas en Supermodelo o seas un robot)

La belleza es opcional. Parece mentira, ¿eh? Pero sí, la belleza, independientemente de todo lo que digan los anuncios, los medios y en general todo lo que tienes a tu alrededor, no es una obligación. Probablemente ahora no respiras aliviada, porque ninguna lo hacemos, pero es importante recordarlo: ser guapa no es una casilla necesaria para ser mujer, solamente se concibe como tal para resultar deseable. Si has nacido con el cálido confort de gustar inmensamente por tu físico, hay quien lo verá como una suerte. En cualquier caso, no se lo debes a nadie, todo lo tuyo es exclusivamente tuyo.

Seas convencionalmente guapa o no, ten un plan más allá de esa lotería genética. Estudia, lee, trabaja. Porque, tarde o temprano, el sistema te dirá que eres obsoleta, vieja o no lo suficientemente flaca. Francamente, bastantes exámenes tiene la vida como para no optar a nada más que a un muro de lamentaciones hecho de gente a la que siempre decepcionarás. Además, estamos convencidas de que «porque yo lo valgo» tiene que ser algo más que un lema para vender champús.


6.
A partir de los doce años, todo cuesta

Seguir el consejo anterior te hará poco cómplice del status quo. Y eso tiene consecuencias: la más importante es que no gustarás a muchos. Qué rollo. Toda la infancia creyendo que si trabajabas duro y hacías caso a los demás te iría bien en la vida, ¿eh? Es mentira. El mundo a tu alrededor te miente, ese es uno de los primeros lemas, y, si no, pregúntaselo a Justin Bieber, ahí, cantando en playback cada vez que puede.

No te preocupes, el dolor de saber que no gustarás siempre acaba pasando. Te dura lo que tardas en entender que en realidad no querías gustar a todo el mundo, que hay gente asquerosa por ahí suelta de la que no quieres ser espejo.

Lo más importante de ser feminista es darse cuenta de que, como en todas las demás luchas sociales, nadie ganó nada siendo complaciente. A cambio tendrás trolls, incomodidad laboral y algún que otro desengaño con quienes pensabas que eran tus aliados naturales. Pero las amigas te salvarán. Ganarás muchas y serán constantes, leales y divertidas.


7.
Ríete

Hablando de diversión. El punto uno del decálogo de cómo ligarte a un tío siempre ha sido: no seas graciosa. No, rectifico: el punto uno es que no hables de ti misma,
pero, si lo haces, por favor, NUNCA JAMÁS seas graciosa. Estoy mintiendo, pero no en lo esencial: ese decálogo en realidad no necesita ser escrito. Porque está ahí, grabado a fuego ya no en el ADN sino en la cultura popular mediática como la conocemos. ¿Lista? Bien. ¿Guapa? Ideal. ¿Graciosa? Perdona, acaba de estallar el cerebro del guionista, ¿y si mejor la hacemos vulnerable?

Bienvenidos a la Nueva Era, en la que la Tierra es redonda, hemos descubierto la penicilina y la capacidad de las mujeres para hacer reír. Hay mujeres graciosas por todas partes, y curiosamente no tienen tres cabezas ni escamas. Eso sí, tienen tetas, e incluso alguna que otra hará chistes sobre ellas. Disfruta del humor y únete.


8.
Crees que realmente quieres ESO pero a lo mejor no lo quieres

Insisto: son los amigos y las amigas los que te salvarán con sentido del humor y lealtad, no un par de zapatos o todo ese chocolate lujurioso de la publicidad. Si hay una imagen humillante es la de los anuncios en los que una mujer desea, indefectiblemente, no un mejor salario o que el pesado de contabilidad deje de tirarle la caña, sino una barrita de chocolate.

¿Qué somos, un cocker spaniel esperando su huesito? No importa lo que diga la televisión, no importa lo que digan los catálogos: una gran cantidad de velas aromáticas no te hará más feliz, es solo una solución del capitalismo para mantenerte a flote hasta el próximo anuncio.

A lo largo de una larga experiencia por las teletiendas de fin de semana en la madrugada, he descubierto que nada de lo que te prometan que es mejor que el sexo es mejor que el sexo. A menos que sea sexo.

Y nada que pretenda sustituir a una experiencia real será, jamás, una experiencia real.


9.
Discute, te hace mejor

«¿Qué hace una mujer callada? Es que se le ha estropeado el teléfono.» Ja, ja, ja. Hay cincuenta mil variaciones de este chiste rulando por ahí. La mayoría proviene de una muy arraigada idea de que a las mujeres hay que callarlas, porque no cesan de parlotear.

No vamos a gastar energía en derribar un estereotipo machista, sino que vamos a potenciarlo.

¿Que hablo mucho? Ya verás tú lo que puedo llegar a hablar. Porque sí. Porque me da la gana. Porque es necesario discutir para avanzar. Y, sobre todo, porque si hablo desmonto la principal idea que hay detrás de hacerme callar: las cosas no hablan.

A lo largo del camino encontrarás maneras de discutir. Algunas escuecen más que otras. En algunas tu interlocutor alzará las cejas y entornará la comisura
de los labios. Esa mueca la reconocerás como el Rictus Condescendiente Para Contrarrestar a Feministas.

Es tan peligroso como un troll, porque está destinado a minimizar tu discurso. En otras ocasiones, en las discusiones alguien aportará datos o enfoques que te hagan crecer y aprender.

Pero, lo mejor de todo, encontrarás un mundo plagado de gente queriendo charlar y argumentar y contradecir y de todo ello aprenderás. Y todo partirá siempre de la premisa de que tu opinión, por defecto, por el mero hecho de tenerla, merece ser tenida en cuenta.


10.
Pase lo que pase, cuéntalo

Es lo verdaderamente importante. No te lo calles. Cuéntaselo a alguien. Sea lo que sea, y cuanto más haya impactado en tu vida, más debes hacerlo. Claro, da pudor. A mí me pasa, aquí, hablando de mis cositas, siempre con una voz interior que dice:

«¿Por qué cuentas eso, no te da vergüenza?». Por supuesto que me da vergüenza, especialmente cuando sé que corro el riesgo de que se me tome poco en serio, que lo que cuento se piense como una experiencia menor. Pero no lo es, nunca lo es. Porque
estamos ávidas de historias, de narraciones, de experiencias.

Porque hemos aprendido, año tras año, hecho tras hecho, que lo que nos pasa es cultural, pero además es político. Y que todos los verdaderos cambios políticos empiezan cuando alguien cuenta algo por primera vez. Los movimientos en favor de los derechos civiles, los campesinos durante la revolución china, las mujeres en Argentina con el movimiento Ni Una Menos. Si no lo cuentas, no existe. Si no lo narras, no pasó. Y cada vez que intentan convencerte de que estás sola, de que tus sensaciones son individuales, hay una única manera de contradecir esa mentira: contándolo y viendo qué pasa. Te garantizo que ninguna experiencia está aislada, que siempre habrá alguien que ha pasado por algo así antes.

El cuento de 'La Chivata', de Luisa Carnés


Colocan la figura de un perro orinando a la 'Niña sin miedo' de Wall Street

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Una nueva escultura se ha sumado a la controversia que rodea a la Niña sin miedo de Wall Street, tras la aparición de una figura de un pequeño perro orinando sobre la pierna de la estatua de la menor.

El responsable de la figura del perro, Alex Gardega, dijo en declaraciones a la cadena NBC que en su opinión la figura de la niña "no tiene nada que ver con el feminismo" y que "falta al respeto" al artista del toro de Wall Street.

La acción de Gardega se produce menos de 3 meses después de aparecer la Niña sin miedo, que mira con actitud desafiante al Charging Bull de Wall Street con el objetivo de llamar la atención sobre la necesidad de una mayor presencia de la mujer en el sector empresarial.

La provocadora escultura cosechó críticas en las redes sociales y también en vivo. La actriz Debra Messing calificó la estatua de "desagradable" y llamó al artista "misógino y patético bastardo". Después de tres horas, Gardega retiró al perro porque la gente "lo estaba pateando". 

La Niña sin miedo, obra de Kristen Visbal, fue colocada sin autorización la víspera del Día Internacional de la Mujer por orden de una firma de inversiones, y poco después las autoridades de Nueva York decidieron que permanecería en su lugar al menos un año.

En su momento, el autor de Charging Bull, Arturo Di Modica, criticó duramente la presencia de la Niña sin miedo frente a su toro de bronce, y arguyó que infringía sus derechos de expresión artística al modificar la dinámica creativa.

Gardega afirmó que colocó la estatua del perro orinando sobre la niña en solidaridad con Di Modica, por el que dijo que sentía "mucha empatía".

"(La Niña sin miedo) no fue hecha por un individuo queriendo lanzar un mensaje. Fue hecho por una compañía financiera multimillonaria intentando promocionarse. Se trata de una campaña de publicidad disfrazada de arte", explicó Gardega.

El autor del perro afirmó también que entre sus motivos estaba el humor. "Soy una persona feliz, no estoy enfadado y desde luego no soy antifeminista. Mi pieza tiene un sentido del humor y además me siento identificado con Arturo (di Modica) y con la integridad de su arte", agregó.

Lassalle pide reforzar el número de mujeres en el sector de la ciberseguridad

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Tras inaugurar el primer Foro de Género y Ciberseguridad, el secretario de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital, José María Lassalle, ha demandado una mayor presencia de mujeres trabajadoras en el ámbito de la protección digital. En el foro organizado por el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) en León, se ha detallado que solo un 7% de las personas que trabajan en el ámbito de la seguridad en Europa son mujeres mientras que, a nivel mundial, el porcentaje aumenta hasta el 11%.

A pesar de la tendencia a lograr una mayor diversidad en el ámbito tecnológico, esto es un tema que continua preocupando. Por ello, más de 500 asistentes y expertos en ciberseguridad de 11 países distintos debatirán posibles soluciones en los próximos dos días. Concretamente, analizarán qué se puede hacer al respecto desde el ámbito educativo, el sector privado y asociaciones relacionadas con la diversidad de género en el mundo digital.

Por otro lado, también se discutirán formas de frenar la violencia de género en el ámbito digital. Algunos de los temas tratados serán los delitos de género en la red, la seguridad informática y la protección ante ataques, o aspectos relacionados con el mundo de la medicina como la autopsia forense digital.

Las ponencias del primer Foro de Género y Ciberseguridad se desarrollarán con dos temáticas diferenciadas: el 5 de junio, día en el que se debatirán Iniciativas y oportunidades en el ámbito profesional; y el 6 de junio, en donde se discutirán acciones contra la violencia de género en el ámbito digital. Todos los ponentes podrán seguirse en directo a través de la página del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).

Porno político y arquitectura Kardashian: lo mejor de 'Princesas y Darth Vaders'

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La pornografía de Bruce LaBruce tiene una finalidad más política que erótica. Como tótem del movimiento homocore, el artista, cineasta y fotógrafo canadiense abrió las puertas a una nueva concepción de la sexualidad allá por los años 80. Su idiosincrasia es extrema y sin complejos, por eso algunos no saben diferenciar la vanguardia artística de LaBruce de la obscenidad gratuita. 

Con él dará comienzo la tercera edición del festival Princesas y Darth Vaders, que regresa a La Casa Encendida los días 8, 9 y 10 de junio. El festival se ha consolidado en la capital tras dos años tumbando mitos alrededor del humor y las mujeres. Pero, ¿qué pinta Bruce LaBruce en todo esto? Lucía Lijtmaer, organizadora del evento y colaboradora habitual de este diario, quería introducir un espacio de pensamiento en su proyecto, pero siempre desde la transgresión y los nuevos lenguajes.

"Este año nos apetecía incluir propuestas que partieran del mundo LGTB y tener una conferencia inaugural que no tuviese tanto que ver con el humor sino con alguien que ha cuestionado los límites de la censura", reconoce Lijtmaer. Bruce LaBruce es una especie de iconoclasta de las convenciones sociales y nunca estereotipa a los personajes de sus películas porno, ya sean sobre el movimiento queer, feminista o capitalista.

Durante más de tres décadas de producción, LaBruce ha convertido a sus actores y actrices en neonazis, zombies, ancianos de geriátrico o chaperos prostitutos. Tan pronto aúna las relaciones homosexuales con la crisis de refugiados -argumento de su corto Refugee's Welcome-, como sitúa el germen de una organización terrorista de lesbianas en un instituto de niñas caprichosas. "Está a la orden del día, se ha jugado el pellejo y su concepción del género y del feminismo es muy interesante", concede Lucía.

Un arranque potente que abre el telón a espectáculos más reconocibles de Princesas y Darth Vaders. Tras la charla con el director, el dúo electrónico Hidrogenesse pondrá la nota musical con canciones de su Recital para Alan Turing, Así se baila el siglo XX y Eres PC/Eres Mac. "Son el complemento perfecto a LaBruce porque su recorrido musical es totalmente irreverente y su trabajo sobre la obra de Alan Turing me parece un homenaje a este concepto", apunta la organizadora.

Pero, a partir de este momento, las risas en femenino plural volverán a hacerse con el foco de la escena. Aquí van unas cuantas recomendaciones, desde arquitectas amantes de Kim Kardashian hasta feminismo para dummies, que no hay que dejar escapar. 

Ariana Grande y las orcas

YouTube siempre ha sido un nicho de oportunidades para Princesas y Darth Vaders. En la primera edición, Malena Pichot -más conocida como Loca de mierda- llegó desde Argentina para demostrar que hay ejemplos humorísticos más allá de Estados Unidos. Pero Lucía Lijtmaer también quería poner a prueba a los talentos españoles. Las youtubers Andrea Compton y Nikki García pasaron el examen el año pasado y, como nuevos referentes audiovisuales, dejaron claro que no hay una receta del éxito, solo muchas ganas de romper tabús.

Con esa intención llegó Ter a la plataforma de vídeo. Esta arquitecta madrileña de 26 años reunió en menos de tres meses a 22.000 de suscriptores en su comunidad terdashian. No apto para "puristas" o prejuiciosos, el vídeo que le hizo despegar en las redes sociales fue en el que aplicó la proporción áurea al culo de Kim Kardashian.

"El Modulor de Le Corbusier tuvo un exitazo, fue un best-seller en Estados Unidos y Europa. Pero, ¿qué pasa? Que estamos en 2016 y la proporción más bella ya no es la áurea, ahora es el culo de Kim Kardashian". Ter conjuga la cultura celebrity, que ella aleja de los estereotipos de frivolidad que la sepultan, con conceptos arquitectónicos, cinéfilos, literarios y pictóricos. 

Si te acercas a su vídeo La audacia de Selena Gómez, seguramente no esperes encontrar un repaso a la vida de Kandinsky y Mozart, pero los caminos de Internet son inescrutables y los del canal de Youtube de Ter, aún más. Desde ahí, reflexiona sobre la relación entre las orcas y Ariana Grande o por qué algunos fotogramas de Beyoncé y Katy Perry son mejores que El Padrino. "Ha llegado el relativismo cultural que estábamos esperando. Es un humor muy inteligente", dice Lijtmaer sobre su invitada del próximo viernes.

Junto a Ter actuará Somadamantina, una reina del trap que despuntó antes de que este género fuese reconocido en los medios. "El año pasado ya incorporamos música que no tuviese que ver con el indie y en este me apetecía mucho darle un espacio al trap. Además, ella juega mucho con lo sexual, la perspectiva de género y el feminismo desde un lugar muy joven y un estilo novedoso", explica la organizadora sobre el que llama entre risas "el día más millenial".

Los límites del humor...feminista

Por último, el sábado hay organizadas actividades desde la hora del vermú. Esta sección se repite de otros años y correrá a cargo de los periodistas Celia Blanco, de la Cadena Ser, y Marc Giró i Costa, de la revista Marie Claire. "De Marc me encantaba la colaboración que hacía con Buenafuente, una especie de Manual para señoritas que resultaba una vuelta de tuerca total al género de los consejos de belleza y saber estar para mujeres", dice Lucía.

A esta sesión-aperitivo le seguirá un taller muy necesario en los tiempos que corren. Tomarse el humor en serio, con Monstruo Espagueti está orientado no solo a trabajar la expresión del humor mediante la viñeta, si no sobre todo a comprender y trabajar los conceptos y procesos íntimos que nos llevan a elaborar una viñeta tales como la denuncia, la queja y la necesidad de expresión. Y, para Lijtmaer, nadie mejor que la viñetista Anastasia Bengoechea para moderar esta clase.

Por último, el famoso stand-up de Princesas y Darth Vaders correrá a cargo esa noche de Nerea Pérez de las Heras. "Feminismo para torpes pone sobre la palestra las contradicciones en nuestras batallas diarias. Revistas femeninas, estupideces en el trabajo, lugares comunes, infantilización de las mujeres, los "piropos" e incluso cómo evitar la cárcel si te has metido con un columnista de prestigio".

La organizadora tiene grandes expectativas hacia un evento "que se va consolidando poco a poco" y que le ilusiona como el primer día. Sin embargo, si hay algo de lo que puede quejarse es de "la falta de apoyo institucional, sobre todo de un ayuntamiento que habla tanto de feminismo". Una petición que, en cualquier caso, no afecta a la raíz del festival: "llena de humor e imbuida de un espíritu pop y libertario como el primer día".

Kinepolis regala estropajos y píldoras dietéticas a las espectadoras de 'Wonder Woman' en Bélgica

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Wonder Woman ha demostrado que está llamada a convertirse en el fenómeno del verano. La película dirigida por Patty Jenkins quiere forzar un cambio de paradigma en Hollywood a través de la heroína de DC y, hasta ahora, le está yendo bastante bien. Tanto en taquilla como en promoción, Wonder Woman es la líder absoluta por delante de otros proyectos presuntamente feministas como La momia

Ante las expectativas también empezaron a surgir las polémicas. Primero, la cinta protagonizada por Gal Gadot provocó la ira de muchos espectadores al organizar pases exclusivos para mujeres en Texas, EEUU. Días más tarde y al otro lado del Atlántico, una proyección dirigida al público femenino en el Kinepolis de Lovaina, en Bélgica, también sembraba el desconcierto.

Esta vez no fue tanto por la iniciativa en sí misma como por el paquete de regalos que ofrecieron a las espectadoras a la salida del cine. Según informa el medio local VRT, la cadena de cines mundial entregó la semana pasada una bolsa rosa con la consigna "Cool things inside" (Cosas guays dentro) que incluía varios productos de limpieza y muestras de pastillas para adelgazar.

Muchas de las asistentes pensaron que era una broma, y así lo manifestaron en sus redes sociales, mientras que otras se mostraron indignadas ante el extraño regalo. "Es irónicamente inapropiado, teniendo en cuenta que estás viendo una película que gira en torno a un personaje femenino superfuerte, una superheroína", declaró una de ellas a VRT.

La exhibidora salió a pedir disculpas en cuanto trascendió la polémica y aclaró que el personal del cine no seleccionó los artículos, sino sus patrocinadores. Aún así, asumen la responsabilidad de no haber revisado las bolsas y sospechan que "la intención no era ser machistas", aunque comprenden el enfado de las mujeres que asistieron al pase de Wonder Woman. Lo que sí ha asegurado Kinepolis Lovaina es que este desliz no volverá a ocurrir. 

La teoría que explica por qué Hollywood trata a la mujer como un trozo de carne

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La representación de las mujeres en el cine está en crisis, pero no es algo nuevo. Hoy en día nos parece normal que este problema se debata en las universidades y que las actrices exijan su parte equitativa del pastel en voz alta. Aunque no lo sepamos, esto se normalizó en 1975 gracias a Laura Mulvey (Oxford, 1941) y al ensayo Placer visual y cine narrativo, que convirtió a su autora en una pionera en el análisis feminista del séptimo arte.

A través de la teoría del psicoanálisis de Freud, este texto relaciona la imagen de la mujer en Hollywood como objeto sexual con el falocentrismo de la industria del cine. "Pretendemos ocuparnos aquí de cómo ese placer erótico se intercala en el cine, de su sentido y, en particular, del lugar central que ocupa la imagen de la mujer. Suele decirse que al analizar el placer o la belleza se los destruye. Esa es la intención de este ensayo", escribió la directora en plena Segunda Ola Feminista.

Mulvey basó todo en la escopofilia, la búsqueda desesperada del placer sexual a través de la mirada, y en la figura del personaje femenino como materia prima. O, dicho de otra forma, en su representación como un un trozo de carne con ojos. "Las mujeres son mostradas para producir un impacto visual y erótico tan fuerte, que puede decirse de ellas que connotan mirabilidad", explica a través de los casos de Marilyn Monroe en Río sin retorno y Lauren Bacall en Tener o no tener

Budd Boetticher, director clásico de Hollywood, afirmó: Lo que cuenta es lo que la heroína provoca o, mejor aún, lo que representa. Es ella, o más bien el amor o el miedo que inspira en el héroe, lo que le lleva a a actuar tal como lo hace. Por sí misma, la mujer ni tiene la más mínima importancia. 

La autora asegura que hoy en día el ensayo ha perdido cierta vigencia porque se escribió en un contexto determinado y porque el feminismo al fin forma parte de los debates académicos, algo que parecía imposible en los años 70. "Yo lo escribí como una especie de intervención política, influenciada por el Movimiento de Liberación de la Mujer, en el que leímos a Freud y comprendimos la utilidad de la teoría psicoanalítica para un proyecto feminista", cuenta Laura Mulvey a eldiario.es.

Los derechos reproductivos

Nos reunimos con la cineasta de 76 años en el centro de Madrid, donde estos días imparte un curso en la Universidad Complutense y participa en el festival de cine Filmadrid. Más de cuatro décadas después, la autora opina que la batalla por la igualdad en las pantallas no ha hecho más que empezar. Agradece que los más jóvenes aún reivindiquen su ensayo, pero piensa que hay que abrir el foco a otros países y a nuevos discursos.

Eso es lo que ella intenta en Una mirada a las representaciones de la maternidad a través de la imagen y la narrativa, la conferencia que está recibiendo más de un centenar de asistentes al día.

"Podemos pensar de una forma muy sofisticada sobre el género y la maternidad, pero en otras muchas partes del mundo hay mujeres luchando por sus derechos más básicos", recuerda Mulvey. Defiende que este es un tema tan candente como el de la hipersexualización de las actrices o la desigualdad salarial en los rodajes, sobre todo porque no solo afecta a Hollywood. 

"Ya que estamos en un momento nada progresista de la historia, la cuestión de los derechos del cuerpo de la mujer y de la reproducción se vuelven casi tan urgentes como en los primeros días del Movimiento Feminista", asegura. Para ilustrar este difícil debate al público madrileño, la catedrática ha elegido títulos muy distintos por su época y procedencia. 

El realismo social iraní, la vanguardia británica o el documental feminista italiano le sirven para rescatar temas comunes como el complejo de mala madre, la violencia machista o la depresión derivada de la austeridad y la decadencia posindustrial. "En tiempos de austeridad, son las mujeres quienes sufren primero y pierden el apoyo institucional. A pesar de que ellas son quienes luchan por dar de comer a sus hijos, mantener su trabajo y en encontrar una guardería. Ese es el feo mundo en el que vivimos", se lamenta.

Considera que las políticas austeridad son la peor excusa para mermar el control de la mujer sobre su propio cuerpo. "En mi país, los fondos dedicados a mujeres que sufren violencia machista han sido arrancados de raíz. En EEUU, el nuevo gobierno ha eliminado el dinero de los cursos de formación anticonceptiva y las ayudas a los abortos. También ha prohibido cualquier asistencia extranjera en los países en desarrollo para ayudar a controlar la natalidad. Nos tratan como recipientes, casi como en la época medieval", enfatiza Mulvey. 

"Hollywood es muy cansino"

Lo que de verdad le sorprende a Laura Mulvey del ensayo Placer visual y cine narrativo es su error al pensar que todo iba a cambiar en cuarenta años. "Si me hubieras preguntado entonces qué proporción de mujeres estarían haciendo películas en el cambio de siglo te habría dicho que 50 %, con mucha seguridad", confiesa. "También pensaba que los años de esplendor de Hollywood tenían los días contados", dice con sorna.

Hoy más que nunca, la directora cree que la industria estadounidense debería dejar de ser el espejo en el que Europa se quiere mirar. "El Hollywood actual no es la misma industria que fue en su día. Los estudios son muy poco ingeniosos, hacen remakes constantemente. Es un cine muy cansino", espeta.

Sin embargo, reconoce que debemos aprovechar los fondos y la plataforma que tienen al otro lado del Atlántico para incentivar el debate sobre la representación de la mujer en la gran pantalla. Es ahí donde Mulvey coloca al fenómeno de Wonder Woman, la heroína de DC que está arrasando en taquilla.

Según su teoría de la escopofilia, laWonder Woman de Gal Gadot no combate la dictadura estética que somete al personaje desde hace años. "Creo que es interesante porque millones de chicas jóvenes irán a verla y se preguntarán esto mismo. ¿No debería ser distinto ahora que la directora y gran parte del equipo de producción son mujeres? ¿Qué tipo de heroína va a ser? ¿Cuál es su principal virtud como chica de acción?", enumera Mulvey.

Aunque reconoce que el progreso es muy lento, como ella ha podido comprobar en sus propias carnes, aplaude la acogida de estos proyectos y los considera una buena forma de medir el pulso al séptimo arte. "Creo que hay todavía un enorme deseo por el cine y la gente no solo se sienta en su casa con el portátil en las rodillas para ver una película -que también-. La muestra es que, cuando se estrena Wonder Woman, las salas se llenan", recalca.

Mulvey insiste en apuntar que no es algo exclusivo de los blockbusters, que los clubs de cine, los festivales menos masificados y las salas autogestionadas están haciendo mucho por las nuevas narrativas y el apoyo a la mujer cineasta. "Es aquí donde las mujeres jóvenes necesitan crear historias sobre ellas mismas y los problemas de las nuevas generaciones con las redes sociales", opina la veterana directora.

"Las mujeres siempre han estado sometidas a presiones por su apariencia, pero esa presión ha crecido con Facebook o Instagram; una presión por tener que encajar con un patrón físico determinado", observa. Piensa que esta nueva cultura, peligrosa en ciertos casos, necesita ser explorada y analizada a través del cine de la misma forma que lo hicieron en los viejos tiempos.

"Tengo muchas ganas de ver cosas nuevas y aún más interesantes de las que hicimos nosotras". Mulvey abre así unos puntos suspensivos en su legado para "una guerra que no ha hecho más que empezar".

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